jueves, 3 de noviembre de 2011

Día de muertos

Día de muertos: Resulta que el día de muertos es mi fiesta favorita en México, así que fui muy feliz de estar acá después de unos 9 años de ausencia en estas fechas. Mi primera celebración fue hacer pay de calabaza y calabaza tacha con mi madre. Mhhh. Mi segunda celebración consistió en poner una ofrenda con las flores y el pan como deben ser (y papel picado nuevecito). La tercera celebración fue lanzarme junto con mi marido y otro par de entusiastas (El Verde y Mau) a un panteón.

La última vez que fuí a un panteón en estas fechas fue hace unos 13 años. Al mismo lugar, por cierto. El panteón se llama Jilotepec, y me gusta por estar todavía en la civilización, pero ya teniendo aroma de pueblo. Cuando tenía tres años, vivíamos muy cerca de ahí y mi papá me llevaba a caminar muy seguido. Tenía mis tumbas favoritas y todo. El lugar es enorme, y como pudimos comprobar, agarra muy buen ambiente en día de muertos.

Por supuesto, la mayoría de las tumbas no están adornadas, y entre las que están adornadas, la mayoría no tiene gente al lado. Con todo y eso, hay suficientes velas para ver el camino siempre, y suficiente ruido para sentirse acompañado en todo momento. Eso no quita que mucha gente haya comprado lámparas tipo minero con LEDs, que de vez en cuando lo dejaban a uno como venado en carretera de la lampareada.

Llegamos relativamente temprano, y el ambiente se sentía más o menos tranquilo. Caminamos suficiente para cruzar el panteón y descubrir que la entrada principal quedaba del otro lado. Las luces exteriores nos prometían una variedad interesante de comida, así que salimos a cenar. Había muchos puestos de tacos y quesadillas, aunque también un par de changarros de pizza y hasta uno de crepas (sorpresa total para mí). Nos acercamos a un puesto de quesadillas que se veía más lleno que los demás, y ahí fue donde descubrimos a la madre de todas las quesadillas. Yo le calculo unos 40 cm de longitud (lo normal son 10 o menos). Decidimos que entre todos sí le podíamos dar pelea, y pedimos una quesadilla y un sope para compartir. Salimos muy satisfechos los cuatro. Las tortillas de Xochimilco son gloriosas.

Ya de vuelta al panteón, descubrimos que es tarde cuando se prende la cosa. Había mucha más gente y todos los músicos andaban muy ocupados tocando "Amor eterno". Me tocó oir la canción en versión marimba, mariachi, norteño, coral, y estudiantina. Vimos muchos niños y adolescentes disfrazados, y muchos más jóvenes que cláramente iban con sus cuates a pasar la noche chupando, sin visitar a nadie en particular. Vimos muchas fogatas y anafres para aguantar el frío. Había un olor a humo y algo de copal en el ambiente.

Las tumbas en general estaban vestidas de manera tradicional, pero en unas cuantas notamos elementos novedosos: calabazas naranjas, brujas, vampiros, murciélagos, etc... entre eso y los chamacos disfrazados, creo que Haloween ha decidido colarse en el día de muertos a chismear.

Para cuando salimos, cerca d ela medianoche, había muchos más gente entrando que saliendo. Traian mucha leña, flores y cobijas. Se ev que la fiesta todavía daba para rato.

Mi ofrenda (Leah le dice "aca" (calaca) a todo)
Varios ejemplos de tumbas


Nótese que Bavaria ha inspirado a hacer formas exóticas d epan de muerto... ¡un pretzel!
Grupo norteño esperando clientela
La madre de todas las quesadillas
Hermosas flores Xochimilcas




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