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No, esto no es una reseña de The Avengers. ¿Para qué? La vas a ver, tú lo sabes bien. La irías a ver así te dijera que fue dirigida por el tarado de Olallo y que la estúpida autora de la saga de Crepúsculo armó la historia. Aún así desembolsarías tus pesitos ganados con el sudor de tu frente (o de la frente de tus papás) para ver a un grupo de héroes partiendo jetas, por lo que la reseña sale sobrando.
Yo creo que ya todos nos hemos formado anticipadamente nuestra opinión sobre The Avengers. La maquinaria del hype funciona así desde hace tiempo: nos aplica un producto de absoluta primera necesidad en nuestra canasta básica de cultura pop, y más vale que lo pasemos por la caja. Los artículos de no tanta necesidad están muy bien, pero hay algo que no puede faltar. Y eso es esta película. Lleva varios años siendo justo eso, por eso nos hemos quedado después de los créditos de todas las películas de Marvel, porque queríamos anticipar… esto.
Lo cierto es que mis único móviles para hacer reseñas chistosonas son:
- Cuando la película es un churrazo monumentalmente risible. Sí, puede tener taquilla o ser un bodriazo que nadie se animó a ver, pero en el fondo es más mala que Kony.
- Cuando la película es inexplicablemente incompetente. A lo mejor tiene los ingredientes necesarios, el trasfondo, el cánon… y aún así alguien (suele ser el director) la jetea a la hora de la verdad, haciéndose bolas con algo que tenía que haber salido bien dejando todo en santa paz y sin complicarse innecesariamente la existencia. Y…
- Cuando la película es un fenómeno de actualidad que todos están comentando. Ni modo que yo me quede calladote mientras los demás diseccionan el punto hasta el hartazgo.
Bajo estos parámetros, no tengo forma de recurrir a mi estilo de reseña tradicional para hablar sobre The Avengers. ¿Intento hacerles reír? La película es infinitamente más graciosa, y siempre en los momentos adecuados. ¿Debo quejarme de algo para divertirlos con mi bilis? Sinceramente no le he encontrado un pero, y tampoco me voy a fabricar quejas nada más porque sí. ¿Hago una lista absurda sobre quién de los héroes es el más cool, o el que se acerca más a quien yo quisiera ser? Ya hay apps para eso.
Lo raro es que la mayoría de quienes me conocen vía mis absurdistas opiniones de Finísimos Filmes me han hecho la misma pregunta, reiteradamente, como si mi juicio al respecto valiera de algo:
"¿Es mejor que The Dark Knight?"
Y ahí está el meollo del asunto. Vuelve a asomar la horrible cabeza de las odiosas comparaciones supremacistas. There can only be one, no room at the top, second place is first loser y todo eso. Me pasma un poco que sigamos en la estricta necesidad de jerarquizar una experiencia que debería ser, esencialmente, sólo una experiencia. Grata, emocionante, tensional, entretenida, lo que ustedes quieran… pero tan sólo eso. Algo que nos hizo sentir una vivencia que vale la pena explorar a fondo sin necesidad de anteponerla a otras experiencias, vividas en otras épocas, bajo otras condiciones.
Captain America es tan seguro de sí mismo que no tiene miedo de usar un uniforme que prácticamente invita a jugar tiro al blanco...
Al contrario de mis amiguitos Ruys y Cabri, yo admiro profundamente las pelis de Batman que dirigió Christopher Nolan. Sí acepto la lógica detrás del "Batman ronquito" (es lógico disfrazar la voz primero que nada, siendo algo tan distintivo, ¿no creen?), sí creo que el Joker de Ledger es una creación prodigiosa que no tiene nada que ver con la muerte del actor y sí me emociono con los juicios morales que pesan más que una madriza o una persecución. Pero eso es onda mía, y es opinión que en nada descarta la de quienes no la disfrutaron tanto como yo, pues argumentos válidos hay en todos lados.
Pero en el fondo, no puedo comparar The Dark Knight con The Avengers en el mismo terreno. La primera es mejor película, punto. Su trama es más profunda, más intrincada, más humana, porque así es ese Batman. Es un señor muy cabrón, pero al fin y al cabo es un señor. Su villano es un señor destilado puro de maldad, pero también es, en esencia, un señor. Y todos los personajes que les rodean son actorazos y actrizasas que representan impecablemente a señores y señoras gobernados por un factor común: la plausibilidad. En The Avengers hay unos extraterrestres que son considerados como deidades alternando madrazos con un científico que se transforma en un monstruo verde. Son productos muy distintos.
Y ocho de cada diez veces, me meteré a la sala donde está The Avengers antes de meterme a ver The Dark Knight. La decisión no tiene nada que ver en cuánto a superioridad de una sobre otra. Son tan distintas en lo que quieren expresar como lo es The Shining de Drive… y sin embargo tienen en común ser productos que escapan más allá de lo que se le exige regularmente al cine.
No demos más rodeos. Joss Whedon hizo una película de súper héroes perfecta. En serio, no tiene un pero. Y no, Joss Whedon no hubiera podido dirigir The Dark Knight al igual que Nolan no hubiera podido dirigir The Avengers sin que ambos desvirtuasen sus respectivos productos. La historia en The Avengers quizá no es nada del otro mundo, pero es justo lo que necesita ser: los malos quieren acabar con los buenos. Las actuaciones no van a ganar un solo premio, pero son lo que necesitan ser: arquetipos que nos son empáticos, pues potencializan todo lo que quisiéramos sentir de vivir en esos zapatos y en esas capas.
Todas las chavas quisieran poseer el turbopompismo de Black Widow y ser capaces de medio matar a tres mafiosos rusos sin dejar de lucir perfectas en un little black dress, por ejemplo. Y los hombres, por nuestro lado, podemos elegir entre muchos modelos aspiracionales. Que nos corriese hielo por las venas como a Hawkeye. Que poseyéramos el estilo arrollador del billonario Tony Stark, dentro y fuera de su traje de Iron Man. Que nuestros huevotes fueran tan bien puestos como los de Steve Rogers, el Capitán América. Que tuviésemos el control total y el aura de misterio de un Nick Fury. Que fuésemos semidioses benévolos y badasses como Thor. ¿Y quién no quisiera tener el intelecto superlativo de Bruce Banner con el potencial de tornarlo en la brutalidad de Hulk?
Todos quisiéramos ser así. Súper. Y el director no se hizo bolas. Nos dio justo eso. Sabía que, en el fondo, este género de cine aspira a imposibles. No a Oscares ni a Golden Globes. No a críticas sesudas y análisis académicos respecto a las motivaciones de sus personajes. No, estas películas tiene que hacerte sentir niño otra vez. Y no el niño cursi que juega con trompos y guarda ranas en los bolsillos, como quieren afirmar tantos clichés de comerciales. No, hablamos de los niños que en realidad fuimos.
¿Quisiste salir volando de algún sitio cuando las cosas se pusieron complicadas? Listo. ¿Alguna vez deseaste partirle la jeta al pesado que se atrevió a darte un ruin pelotazo en un juego de "quemados"? Concedido. ¿Soñabas con tener a tu alcance los recursos necesarios para construir cualquier idea, por disparatada, egoísta e inútil que pudiera parecerle a los demás? Claro que sí. Eso es la niñez, finísimos lectores. Lo curioso es que a veces se nos olvida cuando vamos al cine. O cuando hacemos cine.
El gran error de muchos directores modernos es que quieren venderle ideas adultas a quienes apreciamos la simpleza de ser niños. El tarado de George Lucas cree que lo que hace cool a Star Wars eran los robots y los sables de luz, así que quiso justificarlos en las precuelas con tramas sobre impuestos comerciales y midiclorianos. Los tetos detrás de las Furias de Titanes piensan que la mitología es cool por sí sola, así que sólo se preocupan por introducir todos sus elementos con calzador en una historia que se nos olvida antes de que acaben de rodar los créditos finales. Y ni qué decir de fiascos como Green Lantern, vamos. DC debería ponerse a destruir todas las copias existentes de esa película e invertir dinero en convencernos de que se trató de una alucinación colectiva y que realmente planean estrenarla en el 2015.
Así pues, lo más simple:
10 RAZONES POR LAS QUE THE AVENGERS ES LA MEJOR PELI DE SUPERHÉROES DE TODOS LOS TIEMPOS SEGÚN EL AUTOR DE ESTE BLOG (no, no contiene spoilers).
- Todos los personajes funcionan. No hay que crear un Jar Jar Binks cuando tus leads son carismáticos, convincentes y llenos de vida gracias a un legado comiquero rico en tradición e historia. Déjalos brillar y ya.
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Cobie Smulders, quien hace de Agente Hill: hasta el Mini Capitán sabe que está en presencia de una turbopompi.
No hay una historia de amor metida a huevo en la trama. Intuímos algo entre Hawkeye y Black Widow, claro, pero no nos obligaron al momento cutie donde ambos descubren su pasión mutua por descuartizar enemigos. Y el rollo entre Pepper Potts y Tony Stark estaba establecido con buena dinámica desde las pelis de Iron Man, así que salía sobrando dramatizar ese aspecto de la trama. ¿Hubiera sido una mejor película con una escena lésbica de la Agente Hill (Cobie Smulders) con ScarJo? No, aunque hubiéramos aprecido su inclusión. Pero la imaginamos y ya.
- La acción es coherente. No es cosa de hacer una orgía de CGI a lo pendejo (o a lo Michael Bay, que es lo mismo). Las secuencias de madrazos tienen propósitos claros, son fáciles de seguir (sabes quién va ganando y cuál es el riesgo de perder), y cada personaje lucha conforme a sus cualidades únicas. No necesitas darle un rifle híper badass al Capitán América para convencer al público de que es un auténtico súper soldado. No hay por qué subir a Thor en un jet ski para verlo luchar sobre las olas. Todos tienen cometido, y todos lo siguen al pie de la letra.
- El humor funciona, mucho. Son cómics, gente. El cómic que yo recuerdo siempre fue divertido, por seria que fuera su trama. El one-liner sardónico del héroe puede puntualizar un momento de triunfo tan bien como el mejor madrazo. Hay escenas ligeras que me siguen provocando risa, pues ayudan a descargar la tensión que la trama ha ido construyendo, pero lo mejor es que nunca están fuera de lugar. Incluso el serio Capitán América y el endiosado Thor tiene un par de diálogos que hicieron estallar en carcajadas a la audiencia. Eso es bueno. Hay grandes directores que aún creen que el momento humorístico debe estar forzosamente ligado a un héroe pisando popis en la acera.
- El villano rifa.Loki es grandioso. Tom Hiddleston se metió de cuernos a ese panteón de grandes malos con personalidad arrolladora. Sus estallidos de ira inspiran temor genuino, sus maquinaciones no son obra de que los demás héroes sean idiotas, sino que tienen mérito propio. Y hasta sus instantes de debilidad son comprensibles por el hecho de ser congruentes con su psique. El ser brutalmente interrumpido por Hulk justo cuando está por soltar una de sus filípicas grandilocuentes te hace saltar del asiento por ser una reacción inesperada… y por ser lógica.
- No economizaron en nada. No hay "efectos chaquetones". Llamaron de vuelta a los personajes relevantes, y aún los que están ausentes a cuadro tienen una presencia insinuada. ¿Podrías haber realizado la película con un acento genérico inglés en lugar de llamar de nuevo a Paul Bettany como Jarvis? Claro, pero mejor no pasar por poquiteros. Nos hubiéramos dado cuenta… y es justo lo que no quieres hacer ante las oleadas de opinionados fanboys.
- Hay una progresión lógica en la dinámica de equipo. Este grupo no nació de la armonía y de la comprensión mutua. Uno de mis libros favoritos narra en uno de sus pasajes la conformación del original Dream Team de la selección olímpica de basquetbol de los Estados Unidos, y me recordó a The Avengers por esta simple razón: la única clave para lograr el dominio absoluto en Barcelona '92 no tenía nada que ver con los rivales, sino por convencer a una docena de estrellas legendarias a jugar sin pelearse por un solo balón. Jordan iba a querer anotar, pero lo mismo iban a desear Larry Bird, Magic Johnson, Charles Barkley y David Robinson. Aquí es igual: al inicio hay choques de egos, agendas encontradas, motivaciones dispersas. Pero a fuerza de madrazos hay un aprendizaje y una consecución de objetivos.
- No hay moralinas innecesarias y/o excesivas. Hay tributos sutiles a los héroes del 9/11, a los soldados, al hombre común que lucha contra la adversidad y la tragedia. No te machacan el mensaje, crimen común de consagrados como Steven Spielberg o Peter Jackson. Esta ahí, si quieres tomarlo, pero no es la viñeta final de las caricaturas de G.I. Joeo el momento en que "todos aprendimos una valiosa lección" que se ha puesto tan de moda por culpa de los apóstoles de lo políticamente correcto.
- Hay una abundancia generosa de los momentos "no mames". Ya sabes cuáles, esos instantes en los que quitas brevemente los ojos de la pantalla y miras a la persona a tu lado mientras exclamas "¡No mames!". ¿Ese portaaviones se transforma en un portaaviones diez veces más cabrón de lo que habías imaginado? ¡No mames! ¿Tres de tus súper héroes favoritos se agarran a madrazos en un bosque? ¡No mames! ¿Todos los Vengadores comparten una secuencia sin cortes luchando con una especie de ballena voladora alienígena forrada de metal? ¡No PINCHES mames! Digamos que el índice de lenguaje altisonante es un gran indicador para saber qué tan impactante es la película.
- Te deja deseando más película. Obvio. Este cine vive por y para la secuelización. Influye mucho el durar más de dos horas y que se te pasen como 40 minutos, claro, pero todo gira en torno a ver cuál es el siguiente reto, el siguiente gran villano (quédense a los créditos, ¿OK?). En la espera de que venga una secuela, o una nueva peli de Thor, Iron Man o Captain America, volverás a ver The Avengers en el cine. Varias veces. Otras tantas en DVD, Blu Ray, descarga directa, quizá hasta doblada al español en un camión de pasajeros. Es un producto genialmente concebido. Y seguro quieres volver a apreciar las sutilezas que se escapan en tu sorpresa de la primera visión. Quieres ver cómo Mark Ruffalo borra las malas memorias de Hulks pasados. Quieres admirar el timing de Robert Downey Jr. al referirse a otros por su apodo. Quieres notar cómo es que Jeremy Renner no parpadea al soltar un flechazo. Son muchos detalles, y eso es lo que nos entretenía como niños en el cine. Recrear lo que vimos con action figures, repetir diálogos memorables y gritarle "We have a Hulk!" a los oponentes la próxima vez que juegues una cáscara entre cuates.
No hace falta descubrir el hilo negro, ¿ven, directores? Sólo nos tienen que dar lo que siempre hemos querido: una razón para comprar el mismo boleto, una y otra vez. Voy por el mio.
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